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Hábitos saludables para prevenir el alzhéimer (III): el sueño
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- Redacción Mi Empresa es Saludable
- 22 julio 2024
- Bienestar emocional
Según un estudio del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, la mala calidad del sueño podría ser un factor de riesgo para desarrollar alzhéimer o incluso podría ser un síntoma inicial de la enfermedad.
Arcadi Navarro Cuarriellas y Nina Gramunt Fombuena, autores de ‘Neurodegeneración y alzhéimer’, analizan el impacto de la calidad del sueño en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer. Así lo exponen en su reciente libro ‘Neurodegeneración y alzhéimer’, donde exploran los avances científicos que están revolucionando nuestra comprensión sobre esta enfermedad, así como los biomarcadores que permiten su detección temprana.
Si padeces insomnio, lee atentamente
Según un estudio del BBRC, el centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, la mala calidad del sueño podría ser un factor de riesgo para desarrollar alzhéimer o incluso podría ser un síntoma inicial de la enfermedad. Los resultados revelaron que los cerebros de las personas con insomnio presentan alteraciones anatómicas similares a las observadas en la patología de alzhéimer, incluyendo una reducción de la materia gris (de los cuerpos neuronales) en zonas corticales y subcorticales.
Además, las personas con mala calidad del sueño obtuvieron una puntuación menor en las pruebas de evaluación de la función cognitiva ejecutiva, que se encarga de la toma de decisiones, de la resolución de conflictos, de la memoria de trabajo y de la planificación de eventos. Esto no significa que todas las personas con insomnio vayan a desarrollar la enfermedad, sino que la mala calidad de sueño puede ser un factor de riesgo más. Los mecanismos causales aún son desconocidos y también se plantea la hipótesis de que sea la misma enfermedad de alzhéimer la que provoque alteraciones en la calidad del sueño en fases muy tempranas antes de que se manifiesten síntomas cognitivos evidentes, considerándolo así un posible síntoma de las primeras etapas de la enfermedad.
Gozar de un buen descanso nocturno depende de muchos factores, entre ellos la calidad y la cantidad del sueño. En general, se recomienda dormir entre 7 y 9 horas, pero el número de horas que se considera normal dormir varía en una misma persona a lo largo de la vida, desde 12 horas o más en los primeros años de vida hasta unas 7 o 9 en la etapa adulta, disminuyendo habitualmente en edades más avanzadas.
Por otro lado, es importante la calidad del sueño. Por ejemplo, las personas con apneas del sueño (interrupción transitoria del flujo de aire durante la respiración mientras dormimos) tienen un sueño más fragmentado debido a la presencia de microdespertares durante el descanso y de día se sienten fatigadas y se quedan dormidas fácilmente.
Algunos hábitos pueden ayudarnos a disfrutar de un sueño de calidad:
- Mantener unos horarios regulares.
- Hacer ejercicio físico regularmente durante el día, pero al menos 3 horas antes de la hora habitual de acostarse.
- Exponernos a luz solar durante las primeras horas del día.
- Asegurar un entorno adecuado para dormir (garantizar una suficiente oscuridad y mínimo ruido en la habitación, así como una temperatura confortable).
- Evitar teléfonos u otros dispositivos que puedan interrumpir nuestro sueño.
- Usar el dormitorio preferentemente para dormir (no para ver la televisión, trabajar u otras actividades no relacionadas con el descanso).
- Establecer rutinas de preparación para el descanso antes de acostarnos (evitar pantallas en la cama, actividades excitantes, ver o leer contenidos que nos puedan activar o preocupar en exceso).
- Evitar cenas copiosas, picantes, alcohol o exceso de líquidos unas horas antes de acostarse.
- Evitar consumo de estimulantes unas 5 horas antes de acostarse
Si aun así tenemos problemas para conciliar o mantener el sueño, un sueño no reparador o somnolencia excesiva durante el día, se recomienda consultar con una persona especializada en trastornos del sueño.
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